NIÑOS Y ÁRBOLES EN LAS ANTIGUAS ESCOMBRERAS



Ayer fue un día muy especial, porque un lugar de nuestra zona está cambiando gracias a la lucha de personas comprometidas.
El alma de este nuevo lugar es Julio, sin duda.
Julio que siempre ha estado ahí, peleando, reivindicando, diciendo las cosas claras, enfrentándose y también proponiendo soluciones.
Julio que participa en muchos colectivos, sobre todo en la Asociación de Vecinos del Gurugú, que también es el vocal de medio ambiente en la Asociación de Participación Comunitaria Avanzando, asociación en la que estamos "todos".
Julio que nos da cada día lecciones de sabiduría y humildad y que ha crecido viendo cómo esa zona se degradaba más y más y que ha crecido decidiendo que el no iba a dejarlo pasar.
Lo ha conseguido, con ayuda de mucha gente, pero siempre liderando este sueño.
Y ahora muchos niños y jóvenes de nuestros barrios han podido ver tierra en lugar de escombros y amianto.
Los árboles que plantaron ayer son los primeros de muchos más que convertirán lo que en su día fue una verguenza para la ciudad, en un lugar del que podamos presumir.
Entre todos estamos haciendo crecer más razones para cruzar la vía del tren, para descubrir muchas cosas buenas, valiosas, excelentes, únicas.
El lugar en el que más colectivos y centros públicos y privados trabajan juntos y participan en el desarrollo de la comunidad y en mejorar la vida de todos.
El lugar en el que se celebra desde hace dos años la Carrera Popular con mayor participación de niños y jóvenes de la ciudad y que organiza el grupo más grande de voluntarios que se pueda imaginar.
El lugar en el que los centros educativos innovan sin parar para ofrecer lo que realmente necesitan nuestros niños y jóvenes, adaptándose a la realidad y sin dejar de intentarlo. 
El lugar donde existe un Centro de Salud que nació por la lucha de los colectivos y que es un ejemplo de la verdadera atención primaria de salud, en y con la comunidad.
Y el lugar de las vistas maravillosas, del espacio verde más hermoso, de los árboles recién plantados.
Ese parque que sigue naciendo debería llamarse JULIO. 
Y en ese nombre deberíamos recordar siempre que las cosas importantes pocas veces suceden al azar, porque hay que buscarlas y no rendirse.